Antes
de juzgar si están bien o mal hechas creo que la pregunta que nos debemos hacer
es si funcionan para lo que
necesitamos. En esa relación podremos juzgar si podría ser mejor de lo que lo
hemos hecho.
Seguramente
siempre habrá alguien que lo pueda hacer mejor que nosotros pero ¿cómo vamos a
saber si ese alguien lo puede hacer mejor?
Al
intentar hacer algo diferente a lo que siempre hacemos estamos cuestionando
nuestro conocimiento por lo tanto habrá un proceso de experimentación en el
cual determinaremos si es posible o no lo que deseamos.
¿Aquí
termina nuestra aventura? Depende, si nos enfocamos a nuestro objetivo
principal deberíamos de cuestionarnos de nuevo y experimentar hasta encontrar
la solución a nuestro problema, pero esto requiere de tiempo, planeación y
objetivos claros. Es imposible lograr un buen viaje del punto A al punto B
cuando a mitad del viaje se decide que es mejor llegar al punto C y cuando
llegamos al punto C se juzga el tiempo de llegada al punto C sin tomar en
cuenta que se estimó el tiempo en función a que llegaríamos al punto B y en el proceso se descubre al final que
podíamos haber llegado al punto D.
Los que
tengan hijos talvez entiendan un poco mejor la siguiente metáfora.
Hay dos
formas de ordenarles hacer sus tareas.
La
primera y mas sencilla es, !Por que lo digo yo!
De esta
forma el niño seguramente lo hará por miedo a la represión pero hará
exclusivamente lo necesario para cumplir con el pedimento.
La
segunda forma es la más difícil,
requiere de esfuerzo y tiempo para explicar por que debe de realizar
dicha tarea. En este método también uno debe escuchar al niño si tiene una
mejor idea o proceso de realizar dicho encargo y la petición se convierte en
una conversación. Al final de esta general mente el niño realiza sus tareas
convencido de que es lo correcto y lo hará lo mejor que pueda mejorando día con
día hasta dominar a la perfección sus deberes y seguramente encontrará en algún
momento mejoras en el proceso para que sus tareas sean mejores y más rápidas.
De está
forma debemos de pensar nuestros pedimentos a el equipo de desarrollo. Si no
los involucramos en el proceso de pensamiento y no somos capaces de cambiar
nuestras ideas siempre obtendremos un resultado suficiente que no es
precisamente malo, es funcional. Solo involucrando al equipo de desarrollo lograremos que trabajen convencidos de
la idea y al ser ellos el último eslabón de la cadena de producción se les debe
de dar tiempo y confianza para tomar algunas decisiones en función a mejorar
nuestros productos.
Lo
único que quiero ejemplificar es que para ir del punto A al punto B podemos ir
en auto, en avión, caminando, en bicicleta o nadando.
La
pregunta es ¿De que manera vamos a tener más beneficios para nuestra idea?
Habrá
millones de procesos para lograr que un grupo, empresa o sociedad, actúen para
lograr sus objetivos, solo que unos obtendrán mejores resultados que otros y
siempre habrá un proceso mejor del que estamos utilizando, pero ahí radica la
excelencia. Pues la excelencia implica un aprendizaje continuo, no eventual y
un cuestionamiento constante de nuestras acciones y discusión con nuestros
equipos de trabajo. Y cierro mi reflexión con una frase popular:
“Somos
lo que hacemos día tras día, por lo que la excelencia no es un acto sino un hábito”.